Cuando te invito a que hablemos sobre el estrés, inicialmente puede parecerte un concepto sumamente complejo y difícil de entender. Por una parte, puede que te sientas profundamente identificada con el concepto y, por otra, puede que te sientas escéptica sobre sus efectos o tender a bajarle el perfil sobre las consecuencias reales que puede traer a tu vida.
Mi intención en estas líneas es a ayudarte a entender a qué nos referimos cuando hablamos del estrés y que, desde ahí, del conocimiento puedas invitarte a mirarlo de una forma mucho más amable y tomar las acciones necesarias que a ti te hagan sentido.
Lo primero que me parece importante entender es que el estrés se produce en diferentes niveles, circunstancias y por distintas causas. Sabrás que cada persona es única e irrepetible, por lo que las aproximaciones, síntomas, respuestas o reacciones frente a un estímulo estresante pueden ser tan distintas como personas habitan la tierra. A pesar de ello, existen algunas líneas generales que pueden ayudarte mucho a entender la panorámica completa de lo que significa.
Conozcamos lo que significa el estrés.
Piensa que desde que se acuñó el concepto en los años cincuenta, por el Doctor Hans Selye, el “estrés” se ha llevado la inmensa tarea de ser el gran paragua que sostiene la totalidad de presiones a las que nos vemos expuestas día a día. Tiene una labor grande porque comprende desde lo más cotidiano y sencillo hasta las catástrofes más tremendas que te puedas imaginar.
Mi experiencia en salud mental me ha enseñado que, si bien hay parámetros comunes respecto lo que es estresante, hay un mundo de posibilidades y respuestas según cada persona. Es muy probable que en tú caso en este momento esté todo junto y revuelto y no entiendas muy bien porqué está así. Muchas de las personas que llegan a tomar mi primera sesión, me cuentan que justamente lo que más les ayudó a bajar sus niveles de estrés desde el momento uno es encontrar el origen de lo que los/as mantiene estresados/as y les calma muchísimo separar, ordenar y armar un plan de acción que les devuelve la esperanza y parte del control perdido. Para más información sobre esta primera sesión, te invito a descargar la guía gratuita.
La confusión que genera el estrés ser un paragua
Ahora, ¿Qué pasa con la lógica del paragua? ¿Por qué puede tornarse compleja? Al tener esta tarea tan compleja de englobarlo todo hace que sea más difícil saber por dónde partir. Sólo por su terminología puede confundirnos, ya que el estrés puede ser la causa de aquellas presiones que sentimos o bien el efecto de estas mismas (Kabat-Zinn, 2004). Me gusta mucho la explicación que entrega Selye a este enredo, y dice que es mejor hablar del “estrés” como una respuesta y referirse a lo “estresante” cómo un estímulo o circunstancia que desencadena la respuesta al estrés.
Independiente si es una respuesta o es un estímulo el que inicia un ciclo de reacción del estrés, me parece alucinante que todo esto ocurre en nuestro cuerpo y afecta a nuestra vida de formas que muchas veces ni imaginamos. Es nuestro organismo el que tiene la gran labor de ser ese vehículo por el cuál viaja una respuesta en sus intentos por adaptarse a las distintas demandas y presiones que experimentamos (Kabat-Zinn, 2004).
Qué hacer entonces contra el estrés
No podemos hacer nada realmente en contra del estrés por más que queramos ¡Esto no es una batalla! Porque si fuera, sería estar en guerra constante con nosotros/as mismos/as. ¿Me imagino que sabes de lo que hablo, cierto? Ahora, si lo piensas bien son diferentes factores los que desencadenan una respuesta que genera un ciclo recurrente de reacción o respuesta que nos permite adaptarnos a determinadas circunstancias. Por lo mismo, la primera invitación es a que hablemos sobre el estrés y le entreguemos un espacio para que pueda mostrarse tal cual está hoy manifestándose en tu vida.
Además de dejarte la invitación abierta para que hablemos sobre el estrés, quiero invitarte unos segundos a dejar de luchar. Deja lo que estás haciendo y permítete observar tu cuerpo, entrega todo el peso de tu cuerpo a la superficie que te sostiene y si te ayuda puedes repetir en tu mente la frase «Me permito dejar de luchar». Observa las micro acciones que ocurren cuando te permites ese descanso o incluso las rigideces que de él aparecen. Tu cuerpo es tu vehículo que te entrega la información sabia y sincera que necesitas. Desde ahí ordena y saca en limpio lo que es importante para ti y te permita tomar acción. Esto significa pedir la ayuda exacta para este momento, lo que a ti y sólo a ti te haga sentido.
Te leo en los comentarios.
Un abrazo,
Rocío.
Referencias bibliográficas
Kabat-Zinn, J. (2004), Vivir con plenitud las crisis. Cómo utilizar la sabiduría del cuerpo. (Ver en Amazon)